domingo, 14 de diciembre de 2008

Pedagogía Sistémica.


PEDAGOGÍA SISTÉMICA: actitudes recomendables para predisponernos a pensar, sentir y actuar sistémicamente en lo relativo a la institución educativa, los educadores, el alumnado y las familias.

de: Amparo Pastor Bustamante


En sentido amplio y considerando la vida como un proceso de enseñanza –aprendizaje, la Pedagogía Sistémica nos enseña a reconocer y asentir la realidad tal y como es mostrándonos cómo tomar la vida y respetar la muerte, ordenando el amor y reestableciendo la paz para beneficio de las generaciones pasadas, presentes y futuras. En el presente artículo revisamos algunas actitudes que posibilitan su puesta en práctica en el contexto de la escuela partiendo básicamente del trabajo desarrollado por Angélica Olvera en México y de los frutos de su expansión internacional, especialmente en España. Para ella, la Pedagogía Sistémica “es la interrelación del proceso de trabajo personal de los maestros, el trabajo con los alumnos y la contextualización dentro de los órdenes del amor de ciertos contenidos curriculares a nivel educativo, junto con la necesaria inclusión de los padres de los alumnos dentro del proceso de educación” (Olvera ,2004). Lo interesante de este novedoso paradigma educativo es que aplicando la teoría de los órdenes del amor y de las constelaciones familiares de Bert Hellinger demuestra los beneficios académicos y emocionales de incluir a los padres y aporta herramientas didácticas que, como los movimientos sistémicos, posibilitan que educadores y alumnos se desarrollen a nivel personal y emocional dentro del contexto escolar.

1. Actitudes recomendables relativas al proceso de trabajo personal de los educadores

En la práctica de la Pedagogía Sistémica va implícita el que los maestros estén en un proceso de desarrollo permanente, especialmente a nivel humano. Asimismo, como esta visión sistémica de la pedagogía está inspirada básicamente en el trabajo fenomenológico transgeneracional de Bert Hellinger, antes de educadores hemos sido alumnos y antes de padres hijos, y entonces resulta crucial para este paradigma identificar, ordenar y asentir las etapas de los procesos vitales y honrar la historia y los padres propios; solo así podremos hacer lo mismo con nuestros alumnos (Pastor, 2003). Entre las herramientas que utilizamos con esta finalidad están los Movimientos Sistémicos, el Genograma, la Autobiografía personal y la Autobiografía académica. Entre las actitudes que recomendamos adoptar a los educadores están las siguientes:

A) Reconciliarse con la propia historia familiar y académica incluyendo en el corazón personas, etapas y contextos que nos inspiran gratitud y aquellos excluidos, no reconocidos y olvidados del sistema familiar y académico.

Es importante que el educador se predisponga a conocer su historia para ordenarla y para sanar sus vínculos familiares y académicos desarrollando auto mensajes e imágenes interiores que fomenten la paz , solo así podrá impulsar este trabajo en su entorno. Como señala Hellinger, es más saludable y más mágico, aunque más costoso, realizar algo que fomente la vida en memoria de los seres queridos y tomar la propia vida haciendo que también otros participen en ella. Es más valiosa la reconciliación (Hellinger, 2001 a).

B) “Honrar” y “Tomar” a las propias familias de origen y a los propios padres propiciando contextos, a través de las actividades y los contenidos escolares, para que los alumnos y sus familias también lo hagan.

“Honrar” a los padres y a la familia significa tomarlos tal y como son y amarlos tal y como son. No hay nada más fuerte que la familia, nos hallamos vinculados a ella y a sus destinos; de hecho somos nuestra familia. Desde la perspectiva sistémica, la sanación o liberación de las heridas familiares se logra a través de la reconciliación y no del reproche o la exigencia.

“Tomar” desde la perspectiva sistémica propuesta por Hellinger es algo diferente de aceptar. Aceptar es condescendiente. Tomar significa: “lo tomo tal como es”. Este “tomar” es humilde, asiente a los padres tal como son. Tomándolos también asiento a mí mismo, tal como soy. Es algo profundamente reconciliador, una llegada a la paz, y se halla más allá de toda valoración “ni bien ni mal” (Hellinger y Hövel, 2000, pp. 123).

C) Asentir a la realidad tal y como es, adoptando una mirada amorosa, inclusiva, flexible y dirigida hacia delante; hacia la vida y las futuras generaciones.

Más que pretender cambiar la realidad se trata de ubicarnos adecuadamente en nuestro lugar dentro de ella para disponer de una mirada amplia y de un amor que puede ver. Una mirada así no se entretiene en reproches ni en lamentaciones por lo que no pudo ser o lo que no es respecto a su propia historia o la de sus alumnos.

D) Enfocar la mirada a las soluciones más que a los problemas adoptando una actitud de humildad y de cooperación confiando en que lo esencial “se da” cuando es su momento.

Mirar a la solución conlleva asumir la cooperación. Como señalan Olvera y Schneider, muy a menudo el aspecto de solución se ve ocupado por reproches y culpas: “Nosotros culpamos a los padres de los problemas familiares y ellos llenan de reproches nuestra tarea docente. Así ni ellos como padres, ni nosotros como maestros miramos la solución, tampoco miramos lo que la conducta del alumno está diciendo. Esto es lo que se hace en el trabajo con Constelaciones Familiares, ver el conflicto desde un punto de vista sistémico donde la solución principalmente tiene que ver con la alianza que se genera entre los padres y le escuela. Así la visión de la pedagogía en este siglo es una VISIÓN SISTÉMICA” (Olvera y Schneider, 2004, pp.12).


2. Actitudes recomendables relativas a la mirada de la institución educativa y sus profesionales hacia los alumnos y sus familias

Este paradigma educativo requiere de una mirada amplia que necesariamente incluya a los padres y la familia del alumno asumiendo la existencia de la fuerza del vínculo y de la solidaridad entre familiares y generaciones. Asimismo, requiere que los profesionales, desde el trabajo en equipo, adopten una actitud de confianza en los recursos del alumno y de su sistema familiar para afrontar su destino. En este sentido, entre las actitudes recomendables están las siguientes:

E) Ver más allá de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Dejar de mirar a los alumnos como víctimas, respetar su destino y mirarles como personas que actúan por amor, y así también a sus padres.

En esta nueva orientación el niño no es la víctima, aún en sus acciones destructivas es una persona que actúa desde el amor. No se trata de intentar librar necesariamente a los alumnos de todas sus implicaciones, porque de ellas también surge su fuerza, se trata de acompañarles respetuosamente. Por otra parte la práctica revela que el niño tiene el amor más fuerte y donde hay un destino grave, toma la carga del progenitor más necesitado integrando a través suya a excluidos o no reconocidos del sistema, manifestando por ejemplo, problemas escolares. Como señalan Olvera y Schneider (2004), en su conducta problemática se demuestra que tanto el niño como sus padres están ligados a un destino común de familia y de clan y la conducta del niño hace resaltar algo que estaba escondido y sin solución. Cuando los maestros frente al alumno asumen que están frente al alumno y su familia se vuelven más humildes en sus aspiraciones sabiendo que "aún hay más", que no sólo hay fallos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que los hijos, junto con los padres, tienen dinámicas familiares ocultas que influyen en su proceso educativo.

F) Reconocer y respetar a las familias de los alumnos. Actuar con humildad desde nuestro lugar y no sentirnos mejor que los padres, ocupando inconscientemente su lugar bajo la creencia de que los “especialistas” lo sabemos hacer mejor.

Frente a los etiquetajes (hiperactividad, atención dispersa, acoso...), la especialización y el abuso de instrumentos de evaluación que actualmente proliferan en educación, en Pedagogía Sistémica apostamos por una mirada amplia, humilde y amorosa. En esta línea, Olvera y Schneider (2004) nos invitan a cuestionar más que a diagnosticar: “Cuando veo a mis alumnos con su atención puesta en otro lado, no en la escuela, me pregunto: ¿Adónde se dirige esa atención? Desde el fondo de su alma, qué es lo que para él o ella es de suma importancia, si todo niño actúa por amor, ¿Adónde se dirige ese amor? Mi experiencia con el síndrome de atención dispersa es que esta dispersión puede deberse a una concentración en otro lado. Sería mejor que nos preguntáramos, ¿A quién cuida?, ¿Dónde está su amor?

Las preguntas que como docentes nos podemos hacer ante las dinámicas familiares de nuestros alumnos serían ¿Hasta dónde intervengo yo como maestro?, ¿Cómo puedo tener una visión más amplia del conflicto?, ¿Hasta dónde la solución a los problemas del aprendizaje está centrada en el estilo de aprender? o ¿Cómo yo como maestro, facilito el aprendizaje de los contenidos? ¿O si hay algo más allá de nuestra interacción con el alumno que sin la ayuda de los padres no podríamos resolver para el bien de nuestros alumnos... sus hijos? (Olvera y Schneider, 2004, pp.12).


3. Actitudes recomendables para que todos (institución, educadores y familias) contribuyamos a que el amor se ordene y fluya posibilitando que las relaciones intra e intersistemas escolar y familiar sean constructivas

En ocasiones, los esfuerzos de padres, maestros y terapeutas resultan poco útiles ante algunos niños y adolescentes que representan un desafío particular para su entorno, especialmente cuando intentan resolverlo ellos solos o cuando solo miran a los síntomas. Desde la Pedagogía Sistémica encontramos que, con frecuencia, las causas se encuentran ocultas y son el resultado de un orden dañado del sistema familiar. Al desvelarse y reestablecerse los órdenes del amor se generan soluciones que hacen fluir el amor para el bienestar y alivio de todos los componentes de la familia repercutiendo favorablemente a nivel escolar y social. En este sentido son actitudes recomendables para todos:

G) Recordarse y recordar, a través de actividades y metodologías que propicien el sentido de la vinculación, que “Pertenecemos” y que “No estamos solos”.

Cuando como maestros, familias o alumnos nos sentimos solos en la labor educativa ello nos lleva a la exclusión y/o la agresión, derivando en que se agudice el miedo inherente a la educación que todos experimentamos desde nuestro lugar (Olvera y Pastor, 2004). ”Perteneces”, “Eres uno de nosotros” son frases que vinculan y con un enorme poder reconciliador. Marianne Franke (2004) en su libro brinda numerosos ejemplos prácticos en este sentido.

H) Transmitir a las familias lo necesaria que resulta su presencia y colaboración y la importancia de su actitud hacia la institución, los educadores y la enseñanza para equilibrar el dar y el tomar entre familia, alumnos y escuela.

En este sentido es muy importante que la institución educativa haga saber a las familias cuanto beneficia a sus hijos si ellas con sus actitudes se predisponen a:

-Reconocer y respetar a la institución y a los docentes tal y como son confiando en su labor.

-Actuar con humildad y respeto de modo que la familia ocupe su lugar, sin sentirse mejor que los educadores.

-No hablar mal a los hijos de su centro escolar ni de sus educadores. Dignificar la labor de la institución educativa y de los educadores propiciando oportunidades para hacer ver a los hijos todo lo que reciben.

-Asumir que los problemas de los hijos son problemas a resolver en común cooperando y no compitiendo, dignificándose y respetándose mutuamente, familia e institución educativa.


I) Contribuir a potenciar el orden en los sistemas a los que pertenecemos y no contribuir al caos. Respetar la jerarquía y ocupar nuestro lugar para que pueda fluir el amor.

En la familia: Los hijos no deben ocupar el lugar de los padres, deben tomarles tal y como son y no pretender ser mejores que ellos. Los padres han de procurar no hacer creer a los hijos que estos son mejores que ellos mismos pues así les dificultan la necesaria tarea de que estos les tomen como padres y les honren tal y como son.

Asimismo, los padres han de procurar que los hijos no carguen con responsabilidades emocionales o funciones que no les corresponden y que ellos mismo han de asumir, pues los hijos, dada la fuerte vinculación que sienten, tenderán a asumirlas por amor. En este sentido, los padres pueden liberar a los hijos apelando a auto-mensajes o a frases verbalizadas del tipo “gracias por tu intención pero esto no te corresponde, es asunto mío y me ocupo yo”.

En la escuela: Se reconocerá la diversidad y se respetará la jerarquía. Es necesario un respeto mutuo entre los maestros y los padres. Sobre todo, es importante que los maestros no se sientan superiores a los padres y tengan presente que los alumnos son leales a sus padres. El maestro verá al alumno como miembro de una familia y al sistema familiar como una unidad o totalidad. A su vez ha de contribuir a que el equipo directivo del centro educativo pueda ocupar su lugar no restándole credibilidad o poder con actitudes críticas o comentarios negativos a otros miembros de la comunidad educativa; y lo mismo, el equipo directivo con respecto al personal docente y no docente que trabaje en el centro educativo.

Por otra parte, al entrar en un centro educativo y en un aula, el educador forma parte, lo quiera o no, de dichos sistemas y ha de ocupar el lugar que le corresponde cumpliendo con su responsabilidad y asumiendo la autoridad que le confiere su papel.

Si lo hace o no, quedará reflejado en la estela de impresión que su presencia deja en los restantes miembros de los sistemas implicados: alumnos, familias, institución educativa y sociedad.

Dentro del equipo de profesores: Se considerará la antigüedad en el centro y, en correspondencia, se asignará su asiento y turno de palabra en las juntas y claustros.

Dentro del aula: El maestro debe respetar a los maestros que estuvieron antes y fomentará el que el alumno muestre respeto al maestro anterior.

Se considerarán las diferentes edades de los alumnos al ubicarles en el espacio, los mayores atrás y los menores delante. Los menores respetarán a los mayores. Como señala Ten Herkel (2004), cada niño necesita tener un buen lugar en la clase y conviene tener presente que los niños marginados ocupen un buen lugar en la clase.

Nos aseguraremos que no se produzca favoritismo y de que ningún niño se vuelva la oveja negra de la clase. Por Ej. Haciéndose cargo de cosas que pertenecen a otros del grupo.

Finalmente señalar, cómo apunta Hellinger (2001b), que el amor crece y florece dentro de un orden que da a cada miembro del sistema (familia y/o escuela) un lugar de dignidad y respeto. El olvido, la exclusión o el no reconocimiento de cualquier persona perteneciente a dicho sistema es causa de infelicidad y desdicha. Si se respeta la jerarquía y cada miembro ocupa su lugar podrá fluir el Amor. En este sentido, órdenes fundamentales en educación son: Que los maestros y los padres son grandes y los alumnos y los hijos pequeños, y que los maestros y los padres dan y los alumnos y los hijos reciben.

Amparo Pastor Bustamante.
Organizadora y ponente en la Formación de Experto en Pedagogía Sistémica en Madrid. (www.amparopastor.com)



Referencias bibliográficas:

Franke-Gricksch, Marianne (2004): Eres uno de nosotros. Argentina. Alma Lepik

Hellinger, Bert y Hövel, Gabriele ten (2000): Reconocer lo que es. Barcelona. Herder.

Hellinger, Bert (2001) a: “Religión, Psicoterapia, cura de almas”. Barcelona. Herder.

Hellinger, Bert (2001) b: “Órdenes del amor”. Barcelona. Herder.

Olvera, Angélica (2004): Módulo III del Diplomado en Pedagogía Sistémica celebrado en el CUDEC. Material elaborado por el CUDEC (Centro Universitario Doctor Emilio Cárdenas).Tlalnepantla, México.

Olvera García, Angélica y Schneider, Sieglinde (2004): “Los conflictos de los alumnos en la escuela como una expresión de amor a su familia”, Revista Mexicana de pedagogía, 77, mayo/junio, pp 10-12

Olvera, Angélica y Pastor, Amparo (2004):”Pedagogía sistémica con el enfoque de Bert Hellinger. Redes de amor y respeto en el aula”, Revista mexicana de Pedagogía, 80, noviembre-diciembre, pp11-13.

Pastor Bustamante, Amparo (2003): “Los adolescentes y sus educadores desde una perspectiva sistémica y evolutiva”. Ponencia- coloquio en el Encuentro: Los adolescentes y sus emociones: Actitudes saludables para la vida, organizado por la Casa de la Juventud de las Rozas, Madrid. 10 de Mayo de 2003. Publicada en el libro de Ponencias de las Jornadas.

Ten Herkel, Jutta (2004) .El pensamiento sistémico, Los Órdenes del Amor en Contextos Variados. Documento sin publicar traducido por Julio Ortiz Achar.


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